miércoles, 2 de mayo de 2012
"No me siento mejor que nadie"
Mariano Rivera mantiene su sencillez, pese a ser considerado el mejor relevista de la historia. Recordó su paso por Venezuela y habló sobre su cutter.
Tampa (Florida) / Enviado Especial.- Mariano Rivera es una leyenda activa en el béisbol de Grandes Ligas. El relevista es el líder en juegos salvados de todos los tiempos y una figura emblemática de los míticos Yankees de Nueva York, pero mantiene la misma humildad del joven con ilusiones que salió de Panamá en búsqueda de una consagración que logró y que lo llevará en el futuro al Salón de la Fama.
El derecho, de 42 años, conversó con PANORAMA sobre su carrera y su efímero paso por Venezuela, con los Tigres de Aragua, en la temporada 1991-1992, cuando apenas lanzó una entrada, perfecta, con par de abanicados.
—¿Cómo logra mantener su nivel con el paso de los años?
—Te digo la verdad, es la dedicación y la determinación de lo que quieres, de lo que deseas, y para mí es ganar.
—¿Qué hace durante la temporada muerta para mantener las condiciones?
—Nada, nada. Trabajar en el gimnasio, nada más. Lo demás es compartir con la familia, mi esposa, mis hijos. Ya. Es lo que hago. Más nada. Ser el chofer. Llevar a los muchachos a la escuela, traerlos, llevarlos a los juegos, traerlos. Eso es lo que hago.
—¿Cuál es el secreto del éxito de su cutter?
—No hay secreto. Para ese lanzamiento no hay ninguna clase de secreto, puesto que no me lo enseñó hombre alguno. Me lo enseñó Dios. Me lo dio Dios, mejor dicho. Ustedes preguntarán, ¿por qué Dios? Yo estaba tirando la bola, como siempre la he tirado, y un día empezó a hacer eso, a cortar, de repente. Nunca hice nada. Hasta la fecha de hoy, nunca hice nada. Hacía lo mismo que todos los años, antes de que pasara. Tu te preguntarás, ¿por qué esto? ¿Qué pasó aquí? Eso fue lo que pasó conmigo. Pero Dios conocía, Dios sabía que para hacer este trabajo por años tenía que tener algo especial, y eso fue lo que él me dio, algo especial.
—En un relevo, ¿cuántos cutter lanza? ¿O combina bastante sus pitcheos?
—Se combinan los pitcheos. Dependiendo de cuál es la situación. No te puedo decir exactamente, pero el 90% de los pitcheos son cutter, así que ahí te darás cuenta.
—¿Le sorprende que los mismos bateadores sepan que va a lanzar ese pitcheo y aún así fallen?
—Cuando Dios te da algo, Dios te da lo mejor. Cuando Dios tiene algo para ti, siempre es lo mejor. Eso es lo que yo siempre he tenido y le doy gracias a Dios. Cuando Dios nos da algo a nosotros, siempre nos da lo mejor. Sólo tenemos que aprender a usarlo y confiar y creer en lo que Dios nos ha dado. Yo no pienso mucho en eso, de que voy a tener respuesta para eso. Mejor no me meto mucho en esos zapatos, porque voy a salir con dolores de cabeza y no voy a tener respuesta. Mejor dejo las cosas como están, le doy gracias a Dios por todo y a seguir adelante.
—¿Siente mucha responsabilidad por ser un ejemplo a seguir?
—Es una responsabilidad, un desafío. Nosotros los hispanos, los latinoamericanos, tenemos que dar lo mejor de nosotros y ser modelos para nosotros mismos, puesto que no tenemos muchos y los que tenemos... Aquí nosotros tenemos que hacer el doble del trabajo para poder lograr llegar a donde estamos. Así que si tenemos la responsabilidad, tenemos que hacer el trabajo. Muchos no lo quieren, pero no pudo hablar por los demás. Hablo de mi persona y trato de hacer lo mejor para mí y para los demás.
—Usted jugó en Venezuela...
—Sí, jugué. Lastimosamente pude pitchear una vez nada más, porque me lesioné. Estaba nuevecito yo, tenía como un año en el profesional. Jugué con los Tigres. El señor (Homero Díaz) Osuna me llevó para allá. Aunque no jugué, aprendí mucho.
—¿Qué recuerda de la liga?
—La recuerdo como si estuviera viéndola, la pasión y la algarabía... Pero me gustó verlo personalmente, porque me ayudó mucho.
—¿Alguna vez pensó que sería el hombre con más salvados en la historia de las Grandes Ligas?
—Si te digo que sí, me dices mentiroso de una vez, Nunca, nunca... Ahora mismo la gente dice, me comenta cosas, pero no me siento de esa manera. Yo solamente le doy gracias a Dios por la salud, mi familia, mi esposa, mis hijos, y la bendición porque me ha puesto aquí, en un equipo como este. No me siento mejor que nadie, ni peor que nadie tampoco. Ni los 602 me hacen mejor o peor tampoco. Es simplemente un mérito, sí, pero hasta allí. Tenemos que seguir adelante y esto es un trabajo en equipo. No se debe a mi persona, ni a otro más, sino a 25 peloteros haciendo el equipo.
—¿Cuál es la realidad de los comentarios acerca de un posible anuncio de retiro al final de la temporada?
—Tenemos que esperar para eso. No hay anuncio decidido todavía, pero sí te voy a decir que una vez que lo decida, lo voy a dejar saber.
—¿Y después del béisbol, qué haría?
—Hay muchas cosas que hacer. La iglesia primero. Hay mucho trabajo qué hacer en la iglesia y aquí con ligas menores, con los jóvenes. Hay mucho trabajo, así que no me preocupo por eso.
—Entonces, ¿le gustaría seguir ligado al béisbol?
—Eso es lo que yo sé hacer. No sé hacer otra cosas que jugar béisbol. Por supuesto, siempre quiero dar lo mejor de mí, y si no puedo dar lo mejor de mí, ya es tiempo de salir.
—Antes de retirarse, ¿le gustaría representar a Panamá en el próximo Clásico Mundial de Béisbol?
—Claro, claro que sí. Lastimosamente no he podido tener la oportunidad, pero si tengo la oportunidad se va a hacer. Y le pido a Dios que me dé la oportunidad para hacerlo, porque nunca he participado con el equipo nacional y me va a tocar lucir la camiseta. Estás representando a tu pueblo, representando a tu patria. Allí va a ser Panamá y no los Yankees.
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