Ernesto Mejía llegó a las Águilas del Zulia para hacer historia. Hace
dos noches se colocó al tope entre los jonroneros en la historia de la
franquicia, al sonar par de vuelacercas ante Tiburones de La Guaira para llegar
a 33 y dejar atrás los 31 de Leonel Carrión, figura insigne del club.
Lo que a Carrión lo tomó 16 campañas en cosechar, a Mejía apenas le tomó
tres zafras completas y cuatro semanas del presente torneo, luego de ser
adquirido desde Navegantes del Magallanes el 5 de febrero de 2009.
El inicialista fue adquirido por los zulianos junto con Waldimir Sutil y
Edgar Estanga, quien ya no están con el club. Por ellos entregaron a Andrés
Eloy Blanco y a Humberto Quintero, quien volvió al nido sin ni siquiera
uniformarse con los turcos.
Cuatro años después, Mejía aún recuerda con claridad el momento en el
cual se enteró de su canje.
“Tenía aproximadamente 20 días de operado, estaba en Estados Unidos
solo, en una habitación”, contó el slugger, quien en el único turno que tomó
con la nave en la zafra 2008-2009 se lesionó la rodilla derecha tars conectar
un doble.
“Prácticamente no me podía mover. Yo orinaba en la cama y no podía ni
bañarme, porque estaba recién operado”, señaló el oriundo de Guanare, quien en
primera instancia no tomó con mucho agrado el cambio.
“La noticia no me gustó mucho por el hecho de que cuando un equipo te
cambia quiere decir que no te quiere”, sostuvo. “Pero hay que ver el lado
positivo: quiere decir que un equipo sí me quería, que sí me daría la
oportunidad y aquí estoy”.
“Yo no hablé con nadie hasta que llegué a Venezuela”, contó el
portugueseño, quien nunca había visitado Maracaibo, hasta donde llegó
manejando. “Con la primera persona que hablé fue con (Jorge) Urribarrí (asistente
a la gerencia deportiva) y me dijo, ‘bienvenido a las Águilas’”.
Pero esa bienvenida no fue tan acogedora en un principio, principalmente
por la rodilla que le costó toda la campaña en el norte.
“Hubo muchos problemas con lo de la firma. No me querían firmar, porque
a mi me mandaron a jugar con un aparato para darle soporte a la rodilla”,
rememoró. “Prácticamente tuve que implorar que me firmaran para poder jugar. Yo
me sentía bien y tenía eso ahí porque era obligatorio. Tenía que estar seis
meses más con ese aparatico y hasta que logré firmar. Ese año fue inolvidable”.
El 5 de octubre de 2009 se puso por primera vez el uniforme rapaz para unirse a las prácticas que se efectuaban en el Complejo Deportivo Luis Rodolfo Machado Bohórquez, vía a Perijá, a donde llegó a pelear por un puesto con Juan Pablo Camacho y Gerardo Ávila, principales candidatos a jugar en la inicial.
El 5 de octubre de 2009 se puso por primera vez el uniforme rapaz para unirse a las prácticas que se efectuaban en el Complejo Deportivo Luis Rodolfo Machado Bohórquez, vía a Perijá, a donde llegó a pelear por un puesto con Juan Pablo Camacho y Gerardo Ávila, principales candidatos a jugar en la inicial.
Pero su ofensiva y poder descomunal convencieron al entonces mánager,
Eduardo Pérez, que tenía que jugar todos los días.
Pérez, también coach de los Bravos de Atlanta, ya tenía conocimiento de
las habilidades del toletero y fue quien lo incluyó en la negociación con el
Magallanes.
“Recuerdo que cuando Urribarrí me dijo que iban a cambiar a Andrés Eloy
y a Humberto al Magallanes, le dije que tratara de traerme a Mejía y lo hizo.
Siempre le agradecí que me hubiese hecho caso”, contó Pérez. “Al principio no
querían que lo pusiera a jugar, porque Ávila había sido Novato del Año, pero yo
sabía que él podía batear. Costó hasta que lo firmaran, pero me la jugué con él
y mira todo lo que ha hecho”.
Mejía respondió a la confianza convirtiéndose en el primer pelotero en
la historia de la Liga Venezolana de Béisbol Profesional en ganar los premios
al Novato del Año y al Jugador Más Valioso en una misma temporada, luego de
batear para .292, con 14 dobles, 14 jonrones y 41 remolcadas.
“Lamentablemente con Magallanes estuve seis años y ellos no creyeron en
mí, no me dieron la oportunidad”, resaltó Mejía. “Vine a un equipo de las
Águilas del Zulia, con mucha tradición, y desde el primer día me han tratado de
maravilla. Me siento un zuliano más”.
Con sus batazos se ganó a la fanaticada rapaz, una de las más duras del
país.
“Ganarse al fanático zuliano para nadie es un secreto que no es fácil y
aparentemente me tiene bastante cariño”, dijo. “Y yo se los retribuyo
simplemente tratando de hacer lo mejor posible, dando batazos, dando jonrones,
y que ellos disfruten de ese espectáculo cuando se puede”.
Y la afición lo ovacionó con sus dos últimos batazos, que lo hicieron
desplazar a Carrión, otro de los ídolos del público aguilucho.
“Al principio pensé que (Guillermo) Quiroz lo iba a romper, por la temporada
esa en la que impuso un récord para criollos (11 en la 2003-2004)”, apuntó
Carrión, actual mánager del equipo de la Liga Paralela. “Pero cuando Mejía
empezó a jugar aquí, y viendo que venía todos los años, supe que lo haría él”.
Mejía no tenía idea de quién era Carrión cuando piso por primera vez el
nido, pero ahora son grandes amigos.
“El primer día que llegué al Luis Aparicio recuerdo que vi el número
retirado y dije, ¿quién ese ese?”, manifestó entre risas. “Después lo conocí e
hicimos tremenda amistad”.
“Superar a un personaje como Leonel Carrión es un honor y de verdad es
un privilegio poner mi nombre entre los grandes”, acotó Mejía, quien también
vislumbra conseguir más adelante algo que solo han logrado Robert Pérez y
Eliézer Alfonzo en la Lvbp: alcanzar los 100 vuelacercas.
“Ojalá tenga carrera para rato. Trabajando espero que todos esos
jonrones sigan saliendo, y, ¿por qué no algún día llegar a los 100 jonrones?”,
subrayó el slugger, quien se toma las cosas con calma.
“Es bastante posible que lo pueda hacer, siempre y cuando me mantenga
saludable”, añadió. “Aunque falta mucho. No estoy ni siquiera en la mitad. Hay
que seguir luchando, seguir batallando, y eso no es tan fácil. Por algo esas
dos personas que están en esa lista son tan legendarias”.
Y también sueña algún día con ver su dorsal 25 estampado en lo más alto
del nido, al lado de Carrión.
“¿Por qué no? Eso a cualquier pelotero le gustaría, pero todavía es muy
temprano para hablar de eso”, puntualizó. “Faltan muchos años todavía. Si Dios
me da salud, lo demás vendrá solo”.
Y esa teoría la respalda el propio Carrión: “Si se mantiene saludable no
me cabe ninguna duda que algún día verá su número en lo más alto del estadio
Luis Aparicio junto con el mío (20) y el de Luis Aparicio (11)”.
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